26.10.10

Un mundo para Mariano Ferreyra



“No estoy reconciliado con un mundo en el que un ademán puede costar la vida.”
Heinrich Böll, Billar a las nueve y media

El miércoles 20 de octubre una patota de la Unión Ferroviaria asesinó en una emboscada a nuestro compañero Mariano Ferreyra, de 23 años. El ataque contó con la complicidad de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que persiguió a los manifestantes con balas de goma, y de la Federal, que creó una zona liberada para el accionar de los matones. Mariano había participado de un corte de vías en el Ferrocarril Roca, a la altura de la estación Hipólito Yrigoyen, en solidaridad con el reclamo de trabajadores ferroviarios despedidos de una empresa tercerizada del Roca. La patota actuó a cuenta de la conducción de la Unión Ferroviaria, liderada por el burócrata José Pedraza, en la que varios de sus dirigentes son dueños de empresas que terceriza la línea.
El 15 de octubre, en el acto organizado por Hugo Moyano en el estadio de River Plate, Cristina Fernández de Kirchner había alabado a la Juventud Sindical Peronista —y hasta se puso una remera con el nombre de esa agrupación fascistoide—, que en la década del setenta entregaba compañeros a la Triple A y que colaboró activamente con la denuncia de activistas en la época de Isabel Perón y de Videla.
Este solo dato debería bastar para destruir el argumento de quienes plantean que el apoyo al kirchnerismo es una defensa contra la derecha. La realidad ha puesto los puntos sobre las íes. El gobierno, en su descomposición, echa mano del lumpenaje patoteril para tratar de disolver la protesta social, para sembrar el terror entre los trabajadores que se organizan de manera independiente a fin de luchar por sus reivindicaciones.
Es el modo de este gobierno: tercerizar la represión para seguir invocando el cuento de que jamás reprimirá la protesta social y de su defensa de los derechos humanos. La Policía crea zonas liberadas para dejar actuar a las bandas. Sucedió en el Hospital Francés, sucedió en el Casino, sucedió contra los docentes, contra los trabajadores del subte, y ahora contra los ferroviarios.
Por su parte, la "oposición" desapareció de la escena o, peor, tergiversó el hecho en sus medios de prensa declarándolo "violencia sindical" o "guerra gremial". Los líderes de esas agrupaciones —Ricardo Alfonsín, Julio Cobos, Elisa Carrió, Mauricio Macri, Francisco de Narváez, Eduardo Duhalde o los Rodríguez Saá— se llamaron olímpicamente a silencio. Demás está decir que ninguno de ellos convocó a movilizarse junto a las organizaciones que el jueves 21 llenaron la Plaza de Mayo.
Los trabajadores —y el pueblo en general— respondimos con una enorme movilización ese jueves en repudio del asesinato de Mariano. Le ofrendaremos aquello que él pagó con su vida: nuestra lucha en defensa de nuestros derechos, que no acaba sino en la construcción de una sociedad sobre nuevas bases sociales. Solo entonces habrá un mundo para Mariano, un mundo que lo merezca.
Que el crimen de Mariano, un crimen contra la clase obrera, no quede impune. Él estará presente en nuestra lucha, porque vive en nuestros corazones, y su aliento ensordecerá en la calle, y los trabajadores levantarán su bandera, porque es la de ellos.