7.6.07

Agua


El agua, las aguas. El mar, el río. Las aguas sagradas, las celestiales. Las aguas de la imagen. Y también las aguas carnales de la inundación, las aguas sin dioses. Las aguas de Heráclito, que nunca son las mismas. Las aguas del tiempo, las aguas de la historia. El agua que vuela de los ojos al abismo y se abre a la superficie, se ofrece como cuerpo, y es otra vez mar, río. El agua que se ve. El agua que se intuye. El agua que es espejo de sí misma y, espejándose, se hace infinita. El agua que se toca: el agua clara; y el agua que se interna y es profunda. La de los místicos, agua bendita, que se vuelve sangre, aguardiente. El agua que se tiende para ver pasar el agua, y el agua del dolor, el desamparo.
El agua que se quita: el agua de los pobres. El agua que se debe sin remedio. El agua de la cloaca. El agua sin sonido. El agua que desnuda y decapita. El agua que se enferma: el agua estanca. El agua que es ajena entre las aguas.


Una libélula espera la lluvia con la fuerza que tiene lo inconsciente. No espera porque sí: vendrá la vida con el agua. Y en la mañana que no se detiene, en la tarde que se arroja sobre el incendio del horizonte, en la noche de San Juan, que es la del alma oscura, será el agua la mitad de mi abrazo, y la tierra mi cuerpo. Y sobre el agua brillarán las cosas que el agua trae sin descanso.