9.2.15
Voy a escribir un poema
que no te nombre.
Voy a escribir un poema
que no exista.
Voy a escribir con tus manos
para verte.
Voy a creer que te escribo.
Voy a escribir un silencio
que no te olvide.
El arma de mi poesía
será tu ausencia.
Voy a escribir un lugar
que no escape.
Voy a pedirte que me escribas.
Las manos de los árboles
se tienden como héroes
en su albedrío inmóvil.
Abrir la llave del mar
y arrastrar el incendio.
O matar.
Obedecer al fuego.
La mañana se secó.
Las hojas
que alfombran el suelo
se mueven como autómatas.
No hay viento.
Las ilusiones se rompen contra
los vidrios.
Una luz se enciende
lejos de la idea.
Quiero mover los pies.
Los pies no.
Los movimientos.
En las campanas de la iglesia se
adivina
una conciencia metafórica.
Brilla el bronce
brutal
contradictorio.
El sonido lo lustra. No es
religiosa
su vocación de servicio.
El altruismo escapa
de los metales.
Con seguridad
aferrando la palanca con
mano de hierro
se abre la noche a los sentidos.
El silencio es un país
densamente poblado.
La máquina
que maneja en la escena
las esferas pitagóricas
descorre el velo
del corazón.
A cada latido
la titilancia de una estrella.
La sangre es negra
como el cielo.
Voy a ser una bestia
de la mitología.
Voy a inhalar mi veneno
porque herido de muerte
seré veraz.
Y no habrá nadie
que pueda
contradecirme. Nadie
que me rebaje
a lo quede de mí.
Voy a escribir un poema
que no te nombre.
Un poema sin vos.
Sin tu bandera.
Voy a escribir sin señales.
Ni pérdidas de aliento.
Voy a escribir sin palabras.
Voy a escribir un poema
que no te nombre
porque tu nombre es el cielo
que hay que ganar.
Partiste hacia un lugar
donde el cuerpo no hace falta.
Un lugar sin forma
ni distancia.
Las fronteras del lugar
son la ausencia de su tierra.
No es la nada.
Ni el vacío.
Es un lugar donde abundan
los sonidos
que no han logrado vivir.
Voy a escribir un poema
con la vergüenza de bandera
y en el puño la tumba
de las palabras.
Voy a escribir un poema
en tu nombre.
En el silencio anterior a Dios
voy a nombrarte en el vacío.
Voy a escribir un poema
anterior a la escritura.
Voy a escribirle a la muerte
para que vuelvas.
A
los 43 estudiantes mexicanos de Ayotzinapa.
A
Luciano Arruga.
A
Walter Bulacio.
Contra
el genocidio homeopático de la democracia burguesa.
A
Mariano Ferreyra y, en su nombre,
a
todos los que han muerto en la lucha por el socialismo.
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