21.3.08

Unir a los artistas y los vecinos en la misma lucha


En su edición del 15/3/08 Crítica publica una nota de Susana Cella titulada “No es una pelea del consorcio literario” en la que alude, sin nombrarme, a declaraciones mías publicadas por el diario Clarín acerca de la solidaridad de los poetas con el conflicto que llevan adelante los docentes de los centros culturales del Programa Cultura en los Barrios por el cierre de quinientos talleres y la reducción de horas cátedra a la mayoría de ellos dispuestos por el gobierno de Mauricio Macri. Aquí le respondo.

La lucha que han emprendido los docentes de los talleres culturales de los barrios para reincorporar a más de doscientos despedidos por el Gobierno de la Ciudad tiene en estos momentos la solidaridad de los poetas de Buenos Aires.
Con el falaz título “Polémica entre poetas por un ciclo del Gobierno de la Ciudad”, el diario Clarín publicó una nota en la que promueve un debate ficticio. No porque no existan diferencias entre quienes nos solidarizamos con los compañeros de los talleres, sino porque estas son totalmente secundarias respecto del objetivo principal.
Pienso que Susana Cella y yo estamos en la misma vereda en esta lucha. Por eso creo que Cella erra el camino al poner en primer plano los disensos. Con esto se hace eco de las intenciones de esa nota periodística, con lo cual, aun involuntariamente, produce divisionismo.
Respeto absolutamente la decisión de los compañeros que han resuelto no concurrir a las lecturas a las que fueron invitados por el Gobierno de la Ciudad. ¿Pero qué hacemos con aquellos que quieren solidarizarse con el conflicto pero no creen que ese sea el camino? Susana confunde “crear un fondo de huelga” con “darles el dinero a los damnificados”, con “hacer beneficencia”. Se crea un fondo de huelga para mantener la lucha de los trabajadores y, de manera más amplia, crear lazos de solidaridad entre ellos y la comunidad en general. Y, por supuesto, no es ni mucho menos liberar al Estado de su responsabilidad sobre el destino de los fondos que recauda, sino, por el contrario, utilizar esos fondos para mantener la lucha que pretende darles un destino justo.
Nadie cuestiona que un músico cobre por tocar. Pero parecería que ir a leer poemas no es un trabajo, lo que nos llevaría al absurdo de pensar que un artista está trabajando cuando transmite las técnicas de su arte, pero no lo hace cuando lo produce. Mi posición no se opone a la de los compañeros que han decidido no ir a leer, sino que es complementaria: trata de integrar a los que piensen que otras medidas de lucha son posibles. Es necesario reunir a todos los involucrados en este hecho, es decir, los artistas docentes de los talleres barriales (despedidos o no) y sus organizaciones, todos los artistas que se solidaricen con ellos, y los vecinos afectados por la desaparición de talleres, a fin de discutir un plan de acción para reincorporar a los despedidos y lograr la asignación de recursos necesarios para sostener los talleres en todos los barrios.