23.10.06

Un lugar propio



Debatir qué cultura queremos

Esta nota fue escrita en respuesta a la propuesta del secretario de Cultura Rubén Stella al asumir sus funciones. La propuesta debería estar en la página de la Secretaría de Cultura de la Nación, pero puede suceder que la hayan quitado o que yo sea demasiado torpe con la red para encontrarla. De todos modos, supongo que se entenderá.

Al inicio de su gestión, la nueva dirección de la Secretaría de Cultura de la Nación propuso un debate acerca de “qué cultura tenemos, soñamos y podemos encarnar los argentinos”, en la convicción de que el máximo hecho cultural que podemos crear es “una patria, un lugar propio”. Esta convocatoria resulta, en principio, confusa. ¿A quién se convoca a debatir? ¿A los trabajadores, a los artistas e intelectuales, al pueblo en general, a todos? De ser así, ¿este debate no está planteado desde el 19 y 20 de diciembre pasado? ¿Los piquetes y cortes de rutas, los cacerolazos, las asambleas populares, las ocupaciones de fábricas y su puesta en marcha bajo control de los trabajadores, las puebladas al Congreso y a Tribunales, los escarches en las puertas de los bancos no discuten ya qué clase de país queremos?
Al ignorar este hecho, la Secretaría se suma al coro de artistas e intelectuales que proclaman como un estigma de nuestros pueblos (los de Latinoamérica) “el silencio de los oprimidos”, en momentos en que nuestros pueblos han salido a manifestarse masivamente (basten los ejemplos de nuestro país y de Venezuela). Entonces, ¿ese silencio del que hablan no será el de ellos? ¿No estarán expresando, sin más, su propia ausencia en la lucha? ¿La mudez ajena que declaran no será, en realidad, sordera propia?
Y no se trata, desde luego, de que los intelectuales deban ser la vanguardia esclarecida de la sociedad, sino de que colaboren en la creación de un modelo de sociedad. Pero para tener claridad al respecto hay que estar en las calles. En definitiva, los dirigentes de este proceso no saldrán de vanguardias iluminadas sino de entre los que se hayan mostrado más consecuentes en la lucha y la defensa de los intereses del pueblo.
En resumen, la Secretaría llegó tarde a la convocatoria: el debate está planteado en todo el país.


Construir el modelo

Ahora bien, ¿con qué banderas se lo convoca: tiene la Secretaría su modelo de país, de cultura? Desde luego que sí. En principio, porque se trata de funcionarios que responden a un plan superestructural trazado por el gobierno nacional, un plan signado por la aplicación de recetas fondomonetaristas en nuestro país; es decir, la defensa de los intereses de los grandes capitalistas multinacionales y el ataque consecuente a los intereses del pueblo trabajador. Baste recordar el mantenimiento de la expropiación de los bienes de los ahorristas (“simpáticamente” denominado “corralito”), la enorme licuación de deuda de los grandes capitalistas que significó la pesificación, la inflación desenfrenada, que en artículos de primera necesidad superó el 50 %, la fabulosa caída del salario, el terrorífico aumento de la desocupación, entre tantas otras cosas. Los planes implementados por el gobierno de Duhalde son el modelo de país del FMI. ¿Es esta la alternativa que la Secretaría presenta al debate?
No hay más que ver el estilo de pensadores que cita el secretario Rubén Stella para darse cuenta de que defiende el modelo privatizador que ha llevado al país a la bancarrota: “No haga usted en el gobierno lo que pueda hacer una empresa” (Toni Puig Picart, fundador de la revista española Ajoblanco). Siguiendo estos consejos, desde Menem hasta Duhalde, pasando por De la Rúa-Álvarez, el Estado ha regalado las empresas que nos pertenecían a grupos de capitalistas que las vacían en su propio beneficio. Es evidente que esta clase dirigente hace ya tiempo que convirtió en letra muerta la ley que ella misma creó, porque esta es una clase dirigente que hace ya tiempo ha dejado de creer en sí misma. Para “poner una patria de pie” harían falta bases un poco más firmes.


Panorama del desierto

El panorama en Cultura no es diferente. El presupuesto para el área ha descendido notablemente, provocando el absoluto deterioro de las condiciones laborales, tanto para los trabajadores efectivos como para los contratados, alarmantes rebajas salariales, desocupación a galope tendido.
¿Qué hacer en el desierto? La Secretaría propone dos vías de acción: el turismo cultural y el festejo de fechas patrias, ambas para “recuperar nuestra identidad perdida”. El plan de turismo cultural incluye, entre otras jornadas, la Peregrinación de la Virgen del Valle, la de la Virgen de Itatí, la Fiesta de la Virgen de Guadalupe, la del Ternero, la Yerra y el Pial, la de la Ganadería de las Zonas Áridas y el Aniversario del Desembarco de los Colonos Galeses. El de festejo de fechas patrias incluye el 25 de Mayo –esta metodología parece haberse contagiado a la Secretaría de Cultura de la Ciudad, que organizó un Periconazo para esta fecha en la Capital–, el 9 de Julio y el 17 de Agosto.
Este plan se presenta bajo el argumento de que “la cultura es de los hombres, no solo de los artistas”, y con el propósito de “darle el protagonismo a la gente”. Estoy de acuerdo con estos enunciados, pero habría que agregar que la cultura no es de los funcionarios y que darle el protagonismo a la gente debería incluir un aumento inmediato de salarios, que el salario equivalga al costo de la canasta familiar, que se indexe según el alza del costo de vida, y que haya pleno empleo en todo el país. Nadie puede ser protagonista de nada –salvo de su propia muerte– con hambre, sin techo y sin ninguna perspectiva de futuro.


¿Para qué luchar?

El secretario Stella manifestó en un reportaje que el debate era imprescindible “en este momento de globalización dolarizadora y dolarizados golpes a la democracia”. Salvando el hecho de que él representa al gobierno globalizador y golpeador, esta necesidad es clara, y un buen modo de llevarla a cabo sería convocar a una Asamblea General de la Cultura, de la que participen todos los artistas y trabajadores del área, y en la que se discutan los problemas que aquejan hoy a la cultura en nuestro país, con el objetivo de votar un plan de lucha por reivindicaciones mínimas:
a) aumento de presupuesto y control de este por los trabajadores;
b) ningún despido; pase a planta permanente de todos los contratados;
c) salario mínimo que equivalga al costo de la canasta familiar, indexado según el aumento del costo de vida;
d) llamado a concurso para cubrir las programaciones en todas las áreas artísticas, bajo control de los trabajadores;
e) estatización de los medios masivos de comunicación y puesta en marcha bajo control de los trabajadores;
f) plan cultural en los barrios, para dar trabajo a artistas desocupados y espectáculos gratuitos al pueblo.
Este sería un modo de protagonismo real, en el que la gente dejaría de ser espectadora para convertirse en artífice de su propio destino, de su lugar propio.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

en los poemas, o cuando decís algo de la poesía (hasta de la que uno escribe) das inteligencia y emoción, y otra cosa,
gracias

12:44 p. m.  

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